En horas de la tarde, el Papa Francisco visitó el Centro Penitenciario Femeninoubicado en la comuna de San Joaquín, en lo que fue su primera visita a una cárcel de mujeres.
En el acto estuvieron presentes cerca de 400 reclusas, y abundó la emoción. Eso sí, previo a la ceremonia, una de las reclusas lo increpó por unos instantes recibiendo la atención del sumo pontífice. Pese a ello, la convocatoria continuó sin problemas con el discurso de la capellán de la Cárcel de Mujeres, la hermana Nelly León, quien frente al papa denunció airadamente que “en Chile se encarcelan a los pobres“.
Luego de estas declaraciones, que fueron aplaudidas efusivamente por las asistentes, fue el turno de la reclusa Jeannette Zurita, quien pidió perdón a Chile por los pecados, pero también hizo un llamado para tomar medidas que permitan que los hijos de las internas no terminen siendo “futuros condenados”.
Acto seguido, Jorge Bergolio tomó la palabra y remarcó que “todos tenemos que pedir perdón porque todos nos equivocamos”. Citando a Jesús, agregó que “el que no tiene pecado, que arroje la primera piedra”.
No obstante, el momento de mayor efusividad en el acto fue cuando el sumo pontífice señaló que “estar privadas de libertad no es sinónimo de pérdida de sueños y de esperanzas. Es muy duro y doloroso. Ser privado de libertad no es lo mismo que estar privado de la dignidad. La dignidad no se toca, a nadie, se cuida, se custodia, se acaricia. De ahí que es necesario luchar contra todo tipo de corsé, de etiqueta que diga que no se puede cambiar, o que no vale la pena, o que todo da lo mismo”.
De igual modo, añadió airadamente que “la reinserción debe ser el sueño de ustedes. Una condena sin futuro no es una condena humana, es una tortura”.
Según cifras de Gendarmería, el Centro Penitenciario Femenino acoge actualmente a 1.200 internas, pese a tener una capacidad de 1.080.