Señor Director:
Resulta llamativo, por decir algo, la noción sobre Chile charlataneada de forma transversal por los candidatos de la Derecha, la Izquierda y los así denominados “Independientes” en la última elección y por cierto, que se repetirá de manera mecánica en las elecciones presidenciales venideras. Esto, pues el “nuevo Chile” es sencillamente opuesto al Chile tradicional –desde sus raíces prehispánicas como al Chile gótico-araucano del que habló Nicolás Palacios– y cuyos valores han sido atacados sistemáticamente y reemplazados por el mote de la “diversidad”, la “tolerancia”, los “derechos” y la “inclusión”, entre otras aristas del marxismo cultural.
El plan ha sido claro: Destruir a la familia, a la mujer, al hombre, a la sociedad y al país. Es decir, acabar con nuestra identidad y cultura. Con nuestra propia existencia.
El “nuevo Chile” es una aberración a la patria que forjaron nuestros ancestros.
Más aún: Este “nuevo Chile” del que tan artificiosamente se jactan los demócratas, los globalistas, los “todes” y los paladines del progresismo, no le pertenece ni le pertenecerá a los chilenos sino a los millones de “migrantes” que han ocupado el país.
Por: Rafael Videla Eissmann