Señor Director:
Friedrich Nietzsche, de manera certera, describió entre las características de la moral de los esclavos a la debilidad, el cinismo, el pesimismo, la mediocridad, la “humildad” y su obsesión con la “libertad” y la “igualdad” –todos “iguales”, todos esclavos– y, agregamos hoy, los “derechos”.
La “esclavitud” no es, como el gran número de ignorantes puede creer, debido a la opresión sino a una “condición fisiológica” individual.
La esencia de la “moral de los esclavos” es la inversión de los valores, astutamente inoculados por las corrientes universalistas que han destruido a Occidente –la “degeneración colectiva del hombre”–.
En el caso de la decadente sociedad chilena contemporánea, las ideas de Nietzsche son plenamente vigentes: Vemos en los sistemáticos ataques al Monumento-Tumba al Soldado Desconocido y al General Baquedano en Santiago, la expresión clara de la moral de los esclavos: El resentimiento congénito del paria, de los desadaptados; el cinismo, la mentira, la subversión , la presunción de ostentar la “única verdad” –la instauración y promoción de una falsa historia, el negacionismo, los “juicios” y los llamados a “condenar” este o tal hecho que no sea parte de su mentira y el sacrosanto Tribunal de los Derechos Humanos–.
Pues ninguno de los ‘encapuchados’, de los hombres-masa y delincuentes que han atacado el monumento, ostentan la moral del guerrero y del héroe, del fuerte, del valiente. Son la antítesis de los hombres y mujeres que forjaron nuestra nación y de aquellos que defendieron nuestra Patria en la Guerra del Pacífico.
“El hombre del resentimiento no es sincero ni ingenuo, ni tampoco veraz y rectilíneo consigo mismo. Su alma mira de reojo; su espíritu ama las guaridas, los caminos subrepticios y las puertas traseras; todos los escondrijos le parecen ser su mundo, su seguridad, su solaz; se le da muy bien callar, no olvidar, esperar, empequeñecerse de modo temporal, humillarse (…)” (Friedrich Nietzsche, La Genealogía de la Moral, 1877).
Rafael Videla Eissmann