Por: Hugo Pérez White
Valdivia es una ciudad que guardo en mi corazón con mucho cariño y constituye un recuerdo inolvidable porque en ella desarrollé una de las etapas más importantes de mi existencia como el haber vivido la adolescencia desde los 13 hasta los 18 años en la Escuela Normal de esa hermosa ciudad.
De una escuela primaria en Puerto Montt, llegué a un internado en Valdivia y en él estuve durante los seis años de estudio conviviendo el día a día con otros compañeros también provenientes de distintas ciudades del sur, que caminaban a mi alrededor, mordiendo en silencio las emociones y sentimientos del despertar afectivo.
Todos los sábados entregábamos y recibíamos a la vez nuestra ropa interior y de cama a la persona que realizaba este trabajo y después teníamos permiso para cruzar los límites de la puerta de calle y recién entonces podíamos salir a recorrer la ciudad, mirar el hermoso paisaje que cubrían nuestros sueños de juventud.
La Plaza de Armas era el centro neurálgico de la sociedad valdiviana y lugar de encuentros juveniles .-
Terminado el domingo o festivo cuando correspondía, volvíamos con la nostalgia a cuestas a recogernos al internado y a reponer todas nuestras energías al estudio programático con clases sistemáticas de lunes a viernes en horarios de mañana y tarde y en las noches antes de ir a dormir debíamos cumplir sagradamente una hora de estudios controlados por inspectores ad hoc.-
La práctica de diferentes deportes como el básquetbol, el fútbol, el tenis de mesa eran actividades masivas que se practicaban con mucho esfuerzo, dedicación y cariño a la vez ocupando gran parte de nuestro tiempo libre.-
En los momentos de descanso y recreación nos juntábamos algunas veces en el gimnasio de la escuela a escuchar las hermosas melodías que nos interpretaba en piano un compañero de curso superior, de gratos recuerdos por su excelente formación musical quien a la vez formó una orquesta bailable muy bien afiatada que era solicitada frecuentemente para amenizar las diferentes fiestas sociales que se hacían en la comunidad y otras ciudades de la región, obteniendo gran popularidad y prestigio por su calidad interpretativa, del cual yo era uno de sus integrantes como violinista del conjunto actividad que nos permitía recibir algún dinero que lo invertíamos en útiles escolares e ir al cine los domingos.-
Los amores juveniles que llenaron mi vida sentimental los guardo escondidos en mi corazón y son gratos los recuerdos que tengo de esos años idos porque ellos me ayudaron a crecer emocionalmente y me enseñaron a querer a esta hermosa ciudad con el cariño de un hijo agradecido que se va del hogar en busca de su propio destino, pero, con un diploma bajo el brazo dispuesto a conquistar el mundo y a estas alturas de la vida creo que lo hicimos bien porque a cada instante se hace mención de la importancia de la labor pedagógica realizada por los profesores normalitas de los cuales aún quedamos unos pocos para contar la historia de estos colegios formadores de maestros que ya son parte de un legado cultural pedagógico incalculable que la Historia se encargará de darle el lugar que corresponde en el legado cultural entregado a la sociedad con este proyecto de creación de escuelas formadoras de maestros sensibles y comprometidos con la sociedad.-