Vacaciones: al rescate del patrimonio

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Por: José Albuccó, académico de la Universidad Católica Silva Henríquez, autor del blog Patrimonio y Arte

Las vacaciones son una de las conquistas sociales más universales del mundo laboral moderno, uno de los fenómenos colectivos más esperados por la ciudadanía. Una nueva extensión del tiempo conquistado durante todo un año o más y que nos ofrece la ruptura espacial del entorno más cercano, abriendo nuevas fronteras físicas y mentales.

Por ello es totalmente condenable que entre quienes tengan el privilegio de conocer nuevas fronteras haya personas que dañen el patrimonio, como fue lo sucedido en el Cerro Unitas en el Gigante de Atacama y en las Torres del Paine. Lamentablemente, en numerosos lugares del mundo se ha destruido el patrimonio, incluyendo un saqueo continuo a la memoria de los pueblos originarios.

El caso es que hoy muchos turistas parecen estar en la búsqueda de emociones relacionadas con la hedonía y la recreación extrema, en vez de querer hacer comunidad y valorar los espacios. Hoy es un turismo de la selfie y del yo, con una cierta compulsión narcisista y una permanente necesidad de aprobación, aceptación y status. Experiencia muy lejana a la conquista social del vacacionar con el objetivo de hacer comunidad, poniendo en valor a los otros, dejando hablar al lugar con sus silencios.

Si tiene la oportunidad de vacacionar, acérquese al patrimonio cultural del lugar. El patrimonio, tangible e intangible, en cualquier sociedad es considerado como algo propio, una referencia para enfrentar problemas de cualquier tipo, desde grandes crisis hasta preguntas de la vida cotidiana. El patrimonio es una guía para realizar aspiraciones y proyectos, para imaginar, gozar y expresarse.

Pero tenga en cuenta que no hay un solo patrimonio cultural en cada región o país, sino que pueden coexistir diversas culturas al interior de cada sociedad. Esa diversidad no significa la anulación del otro, ni tampoco la destrucción sistemática del patrimonio a causa de las diferencias.

En esta temporada estival, y a pesar de las desigualdades en el acceso a los bienes culturales, tenga una actitud de integración e inclusión, para conocer y comprender su entorno. Este es el primer paso para enfrentar cualquier desafío sociocultural, ante los cuales hoy estamos en América Latina y el mundo, en estas fechas y meses.

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