Por: Rolando Sepúlveda, Académico Escuela de Psicología Universidad de Las Américas
Se acerca fin de año y con ello el balance en torno a los alcances y consecuencias que nos ha dejado esta pandemia, principalmente en lo físico.
Sin embargo, es de suma importancia comenzar a comprender, pero principalmente a integrar en nuestro diario vivir un aspecto determinante de nuestra salud: el bienestar mental. Hoy es una temática profundamente discutida, donde se reconoce su presencia y significancia a nivel mundial, pero que en la práctica se ve condicionada por distintos factores, los cuales merman las oportunidades de garantizar su apreciación como una necesidad humana.
En este sentido, creo que tenemos el gran desafío de comenzar a aprender desde etapas tempranas, no sólo la necesidad de cuidar nuestra salud mental, sino que también de promover constantemente las posibilidades individuales y colectivas que nos rodean para cumplir con ese propósito. Para ello, podemos comenzar simplemente por hacer el intento de conocernos a nosotros mismos, reconocer nuestras emociones y hacerlo sin miedo o juicio, ejercitando nuestra interacción social y contacto con otros, sabiendo cuáles son nuestros límites y entender qué es lo que nos daña o hiere. Además, es importante centrarnos en aquellos aspectos en los cuales tenemos la capacidad de control y no desesperarnos por aquellos sobre los que no tenemos injerencia alguna.
Así, se hace imperioso conocer y convencernos de que tenemos la capacidad para intentar acercarnos cada día a un bienestar personal y social, que nos permita tener una mejor calidad de vida.