Por: Hugo Pérez White
Esta experiencia de viaje la viví en el aeropuerto de Amsterdam en Holanda y cuando ya nos encontrábamos cómodamente sentados en los confortables asientos del boeing perteneciente a la línea aérea KLM, y observamos con cierta inquietud que el equipaje que minutos antes habían sido depositados en la bodega de carga del avión, estaban siendo retirados desde ese lugar y llevados de vuelta al terminal aéreo.-
No le dimos mayor importancia al hecho y minutos más tarde el piloto del avión nos comunicaba que casualmente se habían cerciorado que en un motor ubicado en el ala izquierda del avión habían observado el deslizamiento y posterior goteo intermitente de combustible y que por razones de seguridad se suspendía el vuelo hasta el día siguiente por lo cual los pasajeros debíamos hacer abandono de la aeronave con calma y tranquilidad, lo cual acatamos sin vacilar y posteriormente fuimos ubicados en buses especiales y se nos trasladó hasta la ciudad de La Haya para recibir alimentación y alojamiento en uno de los hoteles ubicado en la parte céntrica de esta ciudad.-
En la noche, dimos una vueltecita por el edificio del tribunal internacional de justicia de la Haya donde se resuelven muchos diferendos limítrofes de diversos países del mundo.-
Ya ubicados en el hotel después de las horas de incertidumbre vividas, nos encontramos sentados alrededor de una elegante mesa de un amplio comedor más o menos unos veinte comensales y después de presentarnos mutuamente nos dimos cuenta que todos éramos chilenos y de inmediato nos hicimos amigos y los comentarios de fondo fueron los análisis y conjeturas de las posibles causas y consecuencias de nuestro frustrado viaje y agradecimos la seriedad de los pilotos que tomaron la decisión de abortar su despegue y sacando cuentas alegres con esa gota de bencina que escapaba de un motor no habríamos alcanzado a llegar a Recife tras sobrevolar el atlántico.-
Gracias a este contratiempo pude conocer el edificio donde la corte internacional de La Haya determina los conflictos que se producen en muchos países del mundo.-
Cuántos accidentes se evitarían si todos los pilotos del orbe fueran tan prolijos como el caso que comento y al tomar el mando de sus naves pidiesen tomar decisiones drásticas a la menor falla detectada, aún asumiendo el costo que a sus patrones o dueños de las empresas afectadas les pueda ocasionar.-
La vida de cientos seres humanos están puestas en las manos de los pilotos donde el aire que golpea sus fuselajes están tratando insistentemente de hacer valer su poderío mientras las mentes frías de los comandantes de las aeronaves contrarrestan esta impetuosidad climática dirigiendo con sus diestras manos a los gigantes de los cielos, mientras algunos pasajeros duermen plácidamente o tratan de dormir para calmar el miedo que significa sobrevolar los macizos cordilleranos cubiertos de nieve o lo inmensos océanos que están bajo nuestros pies.-