Por: José Albuccó / académico de la Universidad Católica Silva Henríquez y autor del blog Patrimonio y Arte.
A través de la historia, diversas epidemias han acabado con la vida de millones de personas en todo el mundo. El admirado artista Gustav Klimt, autor de la obra El beso (1907-1908), símbolo del total acercamiento físico en la intimidad, falleció en 1918 por la llamada “Gripe Española”, una de las pandemias más letales de la historia de la humanidad hace 102 dos años.
Mucha gente pereció a causa de esta enfermedad y además, el miedo era tal, que hubo quienes murieron de hambre porque nadie se atrevía a acercarse a un enfermo. El mundo ya había sufrido pandemias letales como la peste bubónica, que asoló Europa en el siglo XIV o la llamada “peste de Atenas” en el 430 año a. C.
¿Qué se recomendó hace 100 años como medidas sanitarias? Guardar reposo en la cama, ingerir una dieta sana, retraso del inicio de los cursos escolar y universitario y suspensión de las ferias y fiestas del inicio del otoño. Actualmente, serían el aislamiento en el hogar, alimentarse adecuadamente, educación virtual para no generar aglomeraciones en los centros educativos y el cierre de mall y centros de entretención. La vida tiene sus semejanzas a lo largo de la historia.
En el Chile entonces, en tanto, se apeló a una de las herramientas más utilizadas por la medicina moderna en la lucha contra las epidemias: la educación higiénica. La prensa de la época fue muy activa, como hoy lo son las redes sociales, en informar que la efectividad de las medidas sanitarias no dependía tanto de los médicos, sino en que cada ciudadano aplica estos consejos.
Así, la prensa, por citar un ejemplo, publicó una serie de «reglas que la ciencia recomendaba» para hacer frente a la influenza, entre las que destacaban: una alimentación sana en todo sentido; velar por el aparato respiratorio evitando «atmósferas confinadas» como cafés, tabernas y todo espectáculo público; cultivar la oxigenación, y la limpieza de las ropas y utensilios que estuvieran expuestos al contacto con los enfermos, muy semejantes de las que se aplicaban en otros países, y que hoy siguen teniendo plena vigencia.
Tanto entonces como hoy la implementación de las acciones de higienización trastocó la vida habitual de la ciudad y sus habitantes. Un activo despliegue de difusión de normas higiénicas que incluso proponían restringir ritos sociales como el saludo de mano y la conversación a corta distancia, o actos de la vida íntima como besarse.
Pronto ciudadanas y ciudadanos volveremos a estar cerca, abrazarnos y besarnos como en ese hermoso cuadro de Gustav Klimt. Esa es la esperanza en medio de la pandemia por COVID-19 que, seguramente al igual que hace más de 100 años con la “gripe española”, vino a cambiar nuestras vidas, haciéndonos valorar aspectos que olvidados o desechados por la vorágine de una modernidad que mostró su fragilidad.