Por:; Fernando Cruz / Escritor y sociólogo
La habilidad de Trump ha sido encarnar esa rabia. Él es un hombre enojado. Blanco, heterosexual y millonario, sí, pero capaz de sintonizar con esa rabia y utilizarla.
Usar: un verbo clave en este fenómeno. Vampirizar un partido hasta transformarlo en una mera herramienta para presentar candidaturas a dedo, obligando a figuras moderadas a replegarse, someterse o exiliarse. Votar para expulsar, forzar a los adversarios a transformarse en enemigos y como tales, sufrir las consecuencias de la rabia. Finalmente, limitar las ideas políticas a la performance frente a las cámaras, pero a la hora de votar, aliarse con quien sea cuando convenga para alcanzar los fines.
Este tipo de neopopulismo del espectáculo, que dice interpretar los pensamientos ocultos de los ciudadanos a través de performances congresales y amenazas televisivas, ya está en Chile. Últimamente se ha dedicado a mandar a los viejos políticos para la casa, sin ticket de retorno y con cambio de pañales incluido. Es nuestro deber identificar y exponer a este tipo de germen populista, pues representa un verdadero peligro para nuestra democracia.