Gendarmería fortalece los lazos familiares en la cárcel de Valparaíso

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Todos los meses 43 internos participan en talleres y acceden a una visita especial con sus hijos.

Una de las mayores dificultades que deben enfrentar quienes se encuentran privados de libertad es el separarse de sus familias y en particular de sus hijos. Con el objetivo de robustecer la relación con sus retoños, y por medio de ello apoyar la reinserción, se desarrolla el programa Creciendo Juntos, cuyo cierre anual se efectuó la tarde de este lunes en el Complejo Penitenciario de Valparaíso y contempló una fiesta para los menores.

La actividad se realizó en el gimnasio del establecimiento porteño y comenzó con una once brindada por los alumnos del taller de repostería de la escuela Juan Luis Vives, la cual funciona al interior del recinto. Posteriormente, se presentaron una serie de artistas y se realizaron juegos para que los padres interactuaran con sus niños.

El programa -en el que participan 25 mujeres y 18 varones, incluidos algunos de la Unidad Especial de Alta Seguridad- se divide en dos componentes: uno para las madres lactantes del Centro Penitenciario Femenino y otro para hombres y mujeres y centrado en talleres de parentalidad positiva.

Roxana Trujillo, psicóloga encargada de Creciendo Juntos, destacó que hasta el 2016 solo se trabajaba con la población femenina y en esta primera experiencia con varones los resultados han sido muy positivos.

“Este año iniciamos con los hombres y dio bastantes resultados. Con el grupo que comenzamos todos siguieron hasta el final y mostraron cambios en torno a la parentalidad y sus conductas porque sabían perfectamente que si ellos no se adherían al régimen interno perdían la posibilidad de mantenerse en el taller y mantener contacto con sus hijos quincenalmente. Para el próximo año pretendemos aumentar la cantidad de usuarios”.

Esta posibilidad que se entrega a quienes están privados de libertad es agradecida por quienes forman parte de ella. Este es el caso de S.B.S.T, quien con 29 años tiene un hijo de tan solo un año y cuatro meses.

“Cuando uno tiene la visita de régimen normal distribuye su tiempo para todas las personas, en cambio estas visitas son exclusivamente para los niños. Es bastante grato porque las dos horas que se dan son exclusivamente para estar con él. Es bastante complicado estar lejos de la familia. A mi hijo lo veo caminar, pero cuando empezó a dar los primeros pasos no estuve ahí”.

Por su parte Erika Miranda ya lleva tres años en el programa, gracias a éste ha podido dedicar más tiempo a sus tres hijos, de 13. 8 y 3 años, con quienes,  pese a estar recluida, mantiene una buena comunicación.

“Aquí tenemos más horas para interactuar con los niños, jugar, ver como están emocionalmente, en el colegio o si me echan de menos. Los hago dibujar, jugar, que bailen. Con sólo mirarlos sé que tienen pena, están contentos o les está yendo mal en algo. Encuentro súper bueno este taller porque es más el apego de la mamá con el hijo”.

FIN DE AÑO

Una de las fechas más complicadas para la población penal es la Navidad. Llegando fin de año los padres y madres privados de libertad añoran poder estar junto a sus hijos. Y si bien no podrán armar el árbol de pascua y cenar en familia, Gendarmería si les autoriza celebrar por adelantado.

En el caso de las mujeres ya se están reuniendo dinero para comprar los regalos y lograr que el viejo pascuero llegue hasta el Centro Penitenciario Femenino.

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