Por: Moris Beracha
Desde el año 2000, casi todas las monedas han perdido un valor significativo frente al dólar estadounidense. Varias, como el rand sudafricano, el peso argentino, la lira turca, la corona checa y el bolívar venezolano han perdido entre el 50%y 90% de su valor. Incluso el dólar americano y el uro han perdido 40% de su poder adquisitivo en ese período.
Alrededor del mundo, 250 millones de migrantes y refugiados luchan por enviar dinero a casa o llevárselo consigo a nuevas fronteras. Unos dos mil millones de personas no tienen acceso a cuentas bancarias o no tienen la identificación oficial necesaria para obtener una. En una economía cada vez más globalizada, el dinero sigue siendo tercamente local.
Ante ello, ¿qué es el dinero? En esencia, es un pacto social. Requiere que las personas confíen en que los billetes en sus carteras, los dígitos en sus cuentas bancarias y los saldos en sus tarjetas de regalo son canjeables en el futuro por las cosas que desean o necesitan. El vendedor debe aceptar que el dinero del comprador es valioso.
A lo largo de la historia, las sociedades han experimentado con diversas formas de llevar a cabo este acuerdo, utilizando de todo, desde conchas marinas, sal y oro, hasta los complejos sistemas de banca central que se utilizan actualmente. Algunos tipos de dinero son más sólidos que otros, lo que significa que mantienen mejor su valor con el tiempo.
Instintivamente, todos saben que el dinero importa y que quieren tener el dinero más sólido posible, debido a que la mayoría de las personas intercambian su trabajo por dinero. Viene a representar el tiempo y el esfuerzo de una persona. El dinero es el medio a través del cual el trabajo se convierte en bienes y servicios en el presente y el futuro. En este sentido, el acceso al dinero sólido es una de las formas más duraderas de poder personal.
El dinero también es muy importante para el gobierno. Debido a que las economías de hoy están organizadas por estados nacionales, los gobiernos tienen el poder de controlar el dinero.
Sin embargo, el control del dinero puede ser algo tentador de lo que abusar. Los funcionarios a menudo manipulan este poder para satisfacer sus intereses. Solo los gobiernos más democráticos, que protegen los derechos individuales, la separación de poderes y el Estado de derecho, pueden protegerse eficazmente contra el abuso monetario, como la inflación galopante, la confiscación arbitraria y la corrupción.