Por: Carla Calisto / Académica Facultad de Educación, Universidad de Las Américas
El 23 de abril se conmemora el Día internacional del libro y del Derecho de autor, que protege la autoría de las obras intelectuales en el ámbito literario, científico y artístico en nuestro país, lo que está garantizado por la Constitución y protegido por la Ley 17.336 de Propiedad Intelectual. Otras instituciones que velan por este derecho son el Instituto Nacional de Propiedad Industrial y el Departamento de Derechos Intelectuales.
Dado el mayor uso de tecnología en contextos educativos y ámbitos académicos, especialmente en nuestra situación de emergencia sanitaria, conviene preguntarse si es posible preservar el derecho de autor y transmitir su importancia. Mi apuesta es que sí es posible hacerlo, a través del uso correcto de los mecanismos de citación y referenciación que permiten reconocer y dar crédito a la expresión de las ideas del individuo, grupo de investigación o institución que iluminó las reflexiones de quien escribe o expone.
Sin embargo, es importante no solo exigir su uso, sino educar en la manera de usar estos mecanismos y la razón de su importancia. En suma, los mecanismos de referenciación y citación son instrumentos concretos para respetar y cuidar la creación y obra de otros, pero también el respeto por el derecho de autor se constituye como una evidencia de la responsabilidad, la honradez y la ética en la formación de cualquier profesional y, al mismo tiempo, es sinónimo de valor por la persona creadora, sus ideas, su entorno, sus representaciones y a su patrimonio cultural.