Las proyecciones son claras: al 2050, los adultos mayores representarán un 25% de la población chilena, aumentando de paso, enfermedades crónicas y neurodegenerativas. Con el evidente impacto que este escenario tendrá en la salud pública, ¿cuánto podemos hacer para lograr un envejecimiento saludable y evitar un deterioro cognitivo? Las respuestas, en esta nota.
Es un hecho: Chile es el país con mayor esperanza de vida en la región y según las estimaciones del INE, actualmente el 11,9% de los chilenos son adultos mayores y la cifra escalaría al 25% en 2050. El alza es significativa, eso está claro. Viviremos más, pero ¿lo haremos mejor?
La respuesta ideal sería afirmar “sí”. Sin embargo, hay una realidad que es imposible desconocer. “Existen patologías que son proporcionales a la expectativa de vida que tienen las personas, entre ellas, las llamadas neurodegenerativas, como el Alzheimer y el Parkinson. En otros casos, también avanza el deterioro cognitivo y de la calidad de vida”, explica Roque Villagra, neurólogo y director médico de CENPAR, Centro de Parkinson.
Los signos a los que hay que poner atención
Son distintas las señales del envejecimiento. Por ejemplo, la tendencia a olvidarse de las cosas, condición que puede tornarse preocupante cuando interfiere con la funcionalidad del diario vivir. Villagra señala que “si una persona olvida una palabra y luego es capaz de recuperarla o de encontrar otro término alternativo, eso es un buen indicio. Distinto es si no lo logra, porque ello evidencia una disminución del nivel cognitivo”.
Por otra parte, con el paso de los años disminuye la concentración y los sentidos se hacen menos agudos. “Se perciben con menos claridad los contrastes de colores en la noche, se oye menos y también, normalmente, hay una disminución de la sensibilidad en los pies, lo que puede afectar el equilibrio, aumentando el riesgo de caídas”, detalla el especialista.
La pérdida de masa muscular y masa ósea también se suman a los signos de envejecimiento, lo que puede incrementar el peligro de fracturas. Dentro de esta condición de fragilidad, acota el especialista, “es normal que se reduzcan las funciones autonómicas, esto quiere decir que el intestino funciona más lento, que la capacidad de contener orina por más horas también es más dificultosa y todo esto hace que el conjunto de estas limitaciones puede hacer que la calidad de vida se vea disminuida”.
¿Podemos ayudar al envejecimiento saludable?
La respuesta es sí. El desafío está en ser capaces de promover un envejecimiento saludable que justamente apunte a ayudar a disfrutar los años de vida que quedan.
La dieta es esencial. “Se ha comprobado que las personas que mantienen una dieta mediterránea, es decir, comen frutas y verduras, consumen aceite de oliva, no comen tanta carne ni tanta grasa, tienen una disminución en la tasa de demencia”, destaca el director médico de CENPAR.
Adicionalmente, realizar actividad física también es un preventivo del deterioro neurológico. Lo que se recomienda, a nivel estándar, es caminar 40 minutos todos los días. “Lo que es más significativo aún, se ha visto que la actividad física que uno desarrolla con placer es la que más previene. Si es correr, andar en bicicleta, jugar tenis, la actividad que sea”, enfatiza.
Y si esto se hace en el conjunto social, es doblemente efectivo. “En los pacientes con Parkinson, por ejemplo, la gente que participa de clubes de bailes tiene una evolución más favorable de la enfermedad, porque confluye con la actividad física, la coordinación motora y la actividad social, que es un gran estimulante y neuroprotector”, explica el Dr. Villagra.
Mantener una vida social activa, realizar hobbies –como ir al cine o reunirse con amigos- y todas aquellas acciones que provoquen entusiasmo también son protectoras y saludables para el envejecimiento. “La clave para los adultos mayores está precisamente en destinar parte importante de su tiempo a actividades que sean desafiantes desde el punto de vista físico e intelectual, pero que además les causen felicidad”, finaliza.