EL DÍA QUE NACEMOS TRAEMOS NUEVAS ESPERANZAS

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Por: Hugo Pérez White

Llegué a este  convulsionado mundo en medio de una guerra de  desastrosos efectos materiales y con la pérdida de millones de ciudadanos que de una u otra manera  defendieron el terruño que los  vio nacer, mientras que en este otro lado del mundo nacían otros niños con la esperanza de vivir en paz como alguna vez ellos la vivieron también.-

Los habitantes de esta parte de la tierra perdieron la vida a causa de la ambición de poder que carcomía la mente y el corazón de algunos ilusos que creyeron que podían imponer sus ideas y sus sistemas de vida como ellos lo consideraban mejor para la humanidad, como si el planeta en ese entonces hubiera estado plagado de insectos contagiosos a quienes había que exterminar o simplemente creían que eran  ellos los redentores espirituales destinados a salvarlos de una muerte natural.-

Hoy día las cosas no han cambiado mucho en la forma de pensar y actuar de muchos líderes que se creen dueños de la verdad y no trepidan en exponer la vida de sus ciudadanos para conseguir sus objetivos.-

En la actualidad hay más y mejor tecnología que en ese entonces en todos  los aspectos, pero, los métodos y las formas de enfrentamientos son tan sofisticados que al primer intento de traspasar la línea confrontacional,  las multitudes salen en forma rápida y espontánea a tomarse las calles a vociferar sus demandas y a reclamar sus legítimos derechos a vivir en paz y a tener un planeta sin hambre y miseria donde todos puedan usufructuar de las bellezas que aún van quedando en la faz de la tierra para deleite de quienes puedan conocerlas y extasiarse con ellas.-

Nací en una noche borrascosa del sur, y crecí bajo la atenta mirada de mis abuelos.-

El día del parto había llegado y la expectación  crecía en el medio familiar y todo quedaba en las experimentadas manos de la “partera” que en ese entonces  hacía el papel de las matronas que hoy atienden en los hospitales.-

Todos veníamos de cabeza abriéndonos paso sin claudicaciones ante los gritos de alegría de las madres que esperaban ansiosas tan impactante y esperado momento que las improvisadas matronas con ágiles manos sabían recibirnos y darnos la palmada en las nalgas aún cubiertas por la sangre caliente de nuestro enclaustramiento uterino, dando en esta forma el primer llanto en un nuevo mundo  demostrando con este grito que estaba dispuesto a llenar todos los espacios de la pieza lúgubre que me recibía con nuevas energías y esperanzas de un mundo mejor.-

Luego llegaba la calma y todo era alegría por el feliz momento.- Había nacido un niño y hoy cuando ya estoy al borde de volver al lugar de donde vine, quisiera recordar y con mucha nostalgia, por cierto, cuando dí mi primer suspiro y ese grito de esperanza y alegría fue el aliciente premonitorio de esta larga vida que Dios me ha concedido de la cual espero irme en las mismas condiciones que llegué a esta ignota tierra a la cual nos aferramos con alegría y paz en nuestros corazones.-

Es la ley de la vida y hay que aceptarla como está preconcebida y por eso dedico estos minutos que ella me otorga para recordar aquellos momentos en que el cielo abrió sus espacios llenos de luz y supo darme las alas para volar hasta lo más alto que pudiera y ahora estoy listo para regresar y gritar desde el infinito, he cumplido mi misión en la Tierra y por ella seré juzgado en el Más Allá.-

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