Por: Hugo Pérez White
El flujo vehicular se ha ido acrecentando año a año en cantidades insospechadas tanto en la región metropolitana, como en la casi totalidad de las ciudades del país, lo que ha contribuido a congestionar las calles de las ciudades provocando grandes atochamientos que dificultan un tránsito expedito e incluso ha significado atropellamientos, choques y malestares colectivos porque en esos períodos en que con luz roja en los semáforos los vehículos esperan su tiempo para avanzar, están despidiendo gases tóxicos que van a la suspensión aérea provocando afecciones respiratorias a toda una población que tiene que soportar estoicamente cómo se deteriora el medio ambiente con un aire contaminado que destruye los pulmones que necesitan aire puro y oxigenado para cumplir eficientemente la función purificadora de la sangre en nuestro organismo.-
Este aumento progresivo en el tiempo se debe en gran parte a la estabilidad económica que han experimentado los trabajadores y profesionales pertenecientes a la clase media emergente de nuestro país que ha tenido fácil acceso al uso del automóvil utilizándolo como una herramienta de trabajo.-
Las calles de las ciudades no han experimentado grandes cambios estructurales lo que impide dar cabida a tantos vehículos circulando en un mismo horario y provocando situaciones difíciles de controlar por los mismos conductores y por los policías que tratan de ordenar el tránsito en esa selva salvaje de motores rugiendo y quemando combustible a destajo para luego emprender una fugaz retirada.-
A medida que los pueblos se han ido poniendo pantalones largos parafraseando los dichos de antiguos pobladores, las necesidades del progreso ofrecían al mercado electrónico elementos tecnológicos que le daban más señorío a las ciudades y estos elementos se llaman semáforos que con sus luces intermitentes de verde, amarillo y rojo le indican a los conductores las acciones a seguir y gracias a su eficiencia han sido un aporte para mejorar la conducción.-
Recuerdo que un alcalde visionario de la ciudad en que yo vivía y trabajaba junto a él en esa oportunidad, se le ocurrió la idea de semaforizar una esquina con calles peligrosas de su ciudad para proteger de accidentes a su ciudadanos y así ordenar el enorme flujo vehicular que ya se veía venir y en formas avasallante y que en la actualidad ha crecido en forma exponencial pese a los esfuerzos por mejorar las ordenanzas del tránsito, cuando sólo estos elementos electrónicos se veían sólo en televisión, presentó un proyecto a su concejo y entre discusiones presupuestarias se acordó cotizar la adquisición de un semáforo, el cual pese al millón de pesos o algo aproximado a esa cantidad que tuvo la inversión en ese entonces, ésta fue aprobada con gran beneplácito de la ciudadanía.-
El día en que se realizó la puesta en marcha de este semáforo la ceremonia constituyó un hito en el tránsito de la ciudad y hoy vemos con satisfacción a varios semáforos funcionando que controlan el movimiento vehicular y los ciudadanos cuidan estos aparatos como parte importante del patrimonio de la ciudad y la gente pide más semáforos en las calles peligrosas.-
Esta conducta de cuidar lo propio y que ayudan a la gente a vivir mejor contrasta con las imágenes vividas hace poco en Santiago donde la acción descontrolada de vándalos infiltrados en las marchas estudiantiles, sacaron de cuajo en la alameda de la capital del país, doscientos ochenta y tantos semáforos con un alto costo municipal que sobrepasa los cálculos estimados por las autoridades.-
Así se dan las cosas en este país donde las autoridades se esfuerzan por hacer de las ciudades un lugar más agradable para vivir y de pronto aparecen los energúmenos que con sus acciones vandálicas y destructivas deshacen todo lo proyecto que beneficia a un comunidad entera.